La diabetes mellitus como enfermedad crónica se asocia a múltiples complicaciones. La hiperglucemia crónica afecta a varios órganos, entre ellos y con diversas manifestaciones, se encuentra la piel.
“Entre ellas, es conocida la facilidad con la que se pueden infectar heridas o cortes en un paciente diabético; así como, las alteraciones en el proceso de cicatrización que se puede presentar.”
Principales lesiones en la piel de la diabetes mellitus
Hoy conoceremos un poco más sobre las principales lesiones cutáneas no infecciosas, que origina esta enfermedad.
- Piel y uñas amarillas. Es relativamente frecuente que la piel y uñas de los pacientes con diabetes presenten coloración amarillenta, mejor apreciada en palmas y plantas, aunque no reviste ninguna importancia clínica. La verdadera causa permanece en disputa; dentro de las explicaciones fisiopatológicas, se plantea que los altos niveles de glucosa afectan al colágeno, causando una glicosilación no enzimática de esta proteína, pero también se propone que se deba al aumento sérico de carotenos.
- Dermopatía diabética. Es el problema más común y se debe a la alteración de los pequeños vasos sanguíneos, caracterizada por la aparición de manchas rojizas y atróficas de 0,5 a 2 centímetros de diámetro, que con el tiempo se vuelven más oscuras. No tienen consecuencias graves, no generan dolor y se localizan preferentemente en rodillas, tobillos, muslos o antebrazos; bilaterales, no simétricas; son más frecuentes en varones que en mujeres. No requieren tratamiento y el control estricto de la diabetes impide su evolución.
- Necrobiosis lipoídica. De causa desconocida, se caracteriza por pápulas (erupciones) pequeñas, de coloración rojiza, las cuales tienden a endurecerse; crecen lentamente hasta confluir unas con otras formando placas de tamaño variable, centro atrófico con telangiectasias y con bordes amarillos; no generan molestias, aunque a veces presentan picor. Es tres veces más frecuente en las mujeres y suele localizarse en región pretibial, pero puede afectar manos, antebrazos, muslos, abdomen, frente y cuero cabelludo. No existe tratamiento que termine por completo con el problema, aunque el uso de corticoides en la periferia de la lesión puede detener su expansión.
- Bullosis diabeticorum. De causa desconocida, consiste en la aparición espontánea de ampollas de contenido claro y tamaño variable, sobre la piel sana de antebrazos, piernas, pies y dedos. No suelen generar molestias y, salvo que se infecten, se curan en el plazo de 1 a 4 semanas, dejando a veces una pequeña cicatriz. No existe tratamiento específico y solo hay que tener reposo y aplicar antisépticos locales; el control de los niveles de azúcar no previene ni acelera su alivio.
- Granuloma anular. Se caracteriza por la aparición de pequeñas pápulas violáceas que confluyen dando lugar a placas en forma de anillo, de 1 a 5 centímetros de diámetro con piel sana en el centro. Se localizan más a menudo en brazos, piernas, dorso de manos y dedos, respetando las mucosas; se desconoce su causa. La curación puede durar de 1 a 3 años sin dejar secuelas, aunque son frecuentes nuevos brotes, los cuales no causan molestias. Como tratamiento se utiliza la aplicación tópica (en el lugar de la lesión) de corticosteroides.
- Eritema diabético. Se presenta generalmente en enfermos de diabetes de edad avanzada; consiste en la aparición de áreas rojas indoloras bien delimitadas en la parte inferior de las piernas y en los pies. Una variante de este cuadro es la rubeosis diabética, en donde las manchas surgen en la cara y con menos frecuencia en las manos; en ningún caso existe tratamiento. Son manifestaciones de microangiopatía funcional cutánea
La mayor parte de las lesiones mencionadas pueden controlarse si se detectan a tiempo, pero la diabetes mal cuidada trae otras repercusiones, sobre todo provocadas por cortaduras o úlceras que no reciben inmediata atención y pueden dar origen a una grave infección que puede complicar la enfermedad.