Fumar está fuertemente relacionado con patologías graves, como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Es una de las mayores causa de muerte a nivel mundial.
A diferencia de otras adicciones, las consecuencias no sólo afectan al fumador, sino también a sus familiares, amigos y compañeros de trabajo, que se convierten en “fumadores pasivos”.
La piel sufre las consecuencias del tabaquismo, no sólo con enfermedades graves, sino también con aquéllas que afectan a su estética. Alteraciones importantes que produce el tabaco en el área de la dermatología son el cáncer de labio que afecta con más frecuencia a fumadores, y el cáncer en mucosa oral.
La leucoplasia, lesión premaligna, es seis veces más frecuente en fumadores que en no fumadores. Se observan alteraciones características en el paladar de fumadores de pipa (esomatitis nicotínica), debido a los alquitranes y al calor del humo del tabaco.
Existen estudios que relacionan el tabaco con una mayor incidencia de carcinoma cutáneo espinocelular en localizaciones distintas a la zona oral, posiblemente por un efecto sinérgico con la radiación ultravioleta
Además, existen múltiples alteraciones estéticas que se observan en la piel del fumador. La relación entre el tabaco y el envejecimiento está suficientemente demostrada por estudios epidemiológicos e investigaciones.
• Arrugas faciales prominentes especialmente alrededor de boca, labio superior y ojos.
• Melanosis del fumador: Hiperpigmentación mucosa oral.
• Irregularidad Pigmentaria facial (con mejoría tras su cese).
• Aumento de arrugas y laxitud.
La evidencia epidemiológica que indica que las fumadoras japonesas tienen un color de piel más oscuro en comparación con las no fumadoras. El tabaquismo altera el tono y la luminosidad de la piel, demostrándose que mejora con el abandono del hábito de fumar
Acelerador del envejecimiento
La piel del paciente fumador se encuentra más arrugada, más manchada y más laxa que la persona que no fuma. Hay interesantes artículos publicados en donde se comparan los cambios estéticos y hábitos de gemelos univitelinas, que se diferencian sólo en ser o no fumador crónico. Se estimó en estos estudios con gemelos que cada 10 años de fumar correspondía a una diferencia de aumento de envejecimiento de aproximadamente 2 años y medio.
Una inhalación de un cigarrillo contiene más de 3.800 sustancias químicas nocivas diferentes, en particular nicotina, monóxido de carbono, alquitrán, formaldehído, ácido cianhídrico, amoniaco, mercurio, plomo y cadmio. La nicotina del tabaco es un alcaloide que actúa como una sustancia psicoactiva responsable de la naturaleza adictiva del tabaco. Tiene un efecto vasoconstrictor por el aumento de los niveles de vasopresina.
En el humo del tabaco existen, además, sustancias cancerígenas como el benzopireno, un hidrocarburo aromatico policíclico que se forma durante la combustión del tabaco.
El monóxido de carbono (1-3% en el cigarrillo) se une a la hemoglobina, desplaza al oxígeno formando carboxihemoglobina, disminuyendo el aporte de oxígeno a los tejidos y a la piel.
Un efecto inmediato de la inhalación de humo es la reducción del flujo sanguíneo en la microcirculación de la piel, con un efecto máximo después de los primeros dos minutos de consumo, independientemente de la concentración de nicotina contenida en el cigarrillo.
Disminución de fibroplastos
Derivados de la nicotina encontrada en altos niveles, tanto en el tabaco como en el humo del cigarrillo, contribuyen a una disminución en la migración de fibroblastos, la célula fundamental de la dermis, necesaria para la curación de heridas.
Por ello el paciente fumador cicatriza peor. Lo observamos en la práctica diaria, en las intervenciones quirúrgicas de cáncer de piel que los dermatólogos realizamos a pacientes fumadores.
El extracto de humo de cigarrillo perjudica el crecimiento y la proliferación de estos fibroblastos que adquieren, en personas jóvenes, características similares a las observadas en fibroblastos envejecidos.
El tabaco disminuye además los niveles de vitamina A, produce cambios en la cantidad y calidad del colágeno y elastina, atrofia la dermis, no sólo por la disminución de fibroblastos y sino por el acortamiento de capilares.
Esta elastosis de los fumadores se inicia en la dermis media o profunda a diferencia de la elastosis solar, que se inicia en la epidermis o dermis papilar. La elastosis de los fumadores se produce por los radicales libres que llegan a la piel por vía sanguínea.
Por el hábito de fumar también se produce agregación plaquetaria.
Además, el humo del cigarrillo modifica la actividad de los melanocitos. El extracto de humo aumenta significativamente la expresión de un factor de transcripción asociado a la melanogénesis que, de una manera dependiente de la dosis, conduce a una mayor e irregular producción de melanina en los melanocitos.
Se ha demostrado que el humo del cigarrillo y la exposición a los rayos UVA se potencian en la formación de arrugas y en la alteración de la cicatrización
El humo del cigarrillo altera los procesos biológicos en la piel promoviendo el envejecimiento de la piel.
La lesiónes se general por estrés oxidativo, por la formación de moléculas inestables que dañan, oxidando, las principales estructuras celulares e inhibiendo las defensas antioxidante de nuestra piel.
Sin embargo, todavía no sabemos qué dosis acumulativas inducen estos signos clínicos y cuánto se debe a la exposición directa de la piel por el humo frente a la exposición de tóxicos que llegan a la piel por vía sanguínea después de la inhalación.