Las úlceras por presión, también conocidas como úlceras de decúbito, constituyen un problema habitual en pacientes encamados o en silla de ruedas, que sufren una presión mantenida y prolongada en una o varias protuberancias óseas, lo que provoca un bloqueo de la microcirculación en esas zonas de la piel. Esto puede producir una degeneración de los tejidos como consecuencia de la hipoxia (falta de oxígeno).
“Pueden aparecer a cualquier edad pero son más frecuentes en los casos comentados: personas encamadas de forma crónica o en silla de ruedas.”
Úlceras por presión: factores de riesgo
Aunque las úlceras por presión se forman, según la posición en la que se encuentre el enfermo, en aquellas zonas donde existen prominencias óseas (talones, glúteos, región sacra, caderas o la parte posterior de los hombros o la cabeza), existen factores de riesgo que contribuyen a su aparición o a su agravamiento:
- Presión. En aquellos pacientes con movilidad limitada, que se mantienen de forma prolongada en la misma posición, la presión mantenida sobre la piel en las zonas con protuberancias óseas produce una falta de oxigenación que termina por dañar los tejidos de la dermis
- Fricción. Una limitada capacidad de movimiento puede provocar que, a la presión producida, se sume una fricción que puede dañar algunos de los pequeños vasos sanguíneos que irrigan los tejidos de la piel y ocasionar o agravar la formación de úlceras
- Nutrición deficiente. Puede contribuir a acelerar o agravar las úlceras por presión
- Humedad. Al sudor, que en los casos de personas postradas se puede producir por alta temperatura, fiebre o por el propio aislamiento de las zonas sometidas a presión constante, se suma la humedad producida por posibles fugas de orina o heces. Todas ellas pueden contribuir a la aparición de úlceras por presión y/o dificultar su sanación
- Obesidad. El peso y volumen excesivo puede provocar que todos estos factores, como la presión, la sudoración o la mala nutrición, aparezcan con mayor facilidad o de forma más intensa
Diagnóstico y tratamiento
Las úlceras por presión se clasifican en cuatro estadios, que van desde el más leve, caracterizado por una área eritematosa (roja) que blanquea con la presión, a otros más graves caracterizados por la erosión de la piel y la destrucción de los tejidos, que puede comprometer sólo a la piel o ser más profundas y dejar expuestos el tejido muscular y óseo.
Una vez que se produce la úlcera, el tratamiento, para el que conviene contar con la atención de un dermatólogo, depende de su gravedad. En las de primer grado, las más incipientes, basta con aliviar la presión en la zona y con el cuidado local de la piel. En las de segundo, tercer y cuarto grado es necesario desbridar (eliminar) el tejido necrótico, limpiar y cuidar la herida y prevenir la infección. El uso de apósitos apropiados permite que el lecho de la úlcera se mantenga húmedo, lo que favorece su cierre y reepitelizacion.
En esta como en otras lesiones de la piel, uno de los factores más importantes es la prevención. Para ello, conviene identificar a los pacientes de alto riesgo de sufrir este tipo de úlceras por presión y mantener limpia y seca la piel de las zonas sometidas a mayor presión.
Por otro lado, resulta muy positivo realizar cambios posturales al menos cada dos horas, así como utilizar colchones y cojines antiescaras que ayuden a distribuir el peso al mayor área del cuerpo posible.