La exposición solar es uno de los principales factores de riesgo implicados en la aparición de cáncer de piel.
La moda de estar bronceados en el menor tiempo posible está provocando un aumento del número de cáncer de piel, tanto en España como en el resto del mundo, ya que para lograrlo se obvia el uso de protectores solares y de cuidados solares adecuados.
En muchas ocasiones tan sólo se presta atención a los efectos nocivos que tiene el sol en la piel en cuanto al aspecto estético, como un envejecimiento acelerado, disminución de la capacidad del cutis para retener agua, reducción de la elasticidad y firmeza de la piel.
Sin embargo, el daño del sol va mucho más allá si se abusa de él, ya que genera alteraciones en la piel y aumenta el riesgo de sufrir melanoma u otro cáncer de piel.
¿Qué es el cáncer de piel?
El cáncer de piel se produce debido a un incremento descontrolado de células anómalas de la piel, que pueden invadir tejidos y estructuras sanas.
Los rayos UVA ingresan en las células de la piel y pueden dañar el ADN que está en su interior. Esto provoca que dichas células se multipliquen rápidamente dando lugar a tumores malignos.
Cualquier persona puede sufrir cáncer de piel
No existe un perfil concreto de pacientes con cáncer de piel, sino que éste puede afectar a cualquier persona. Éste tipo de cáncer es más común entre aquellos que pasan muchas horas bajo el sol, ya sea por ocio o trabajo, entre quienes tienen antecedentes familiares, más de 50 años y piel de riesgo.
Los estudios afirman que aquellas personas que hayan sufrido cinco o más quemaduras de sol durante su vida tendrán más riesgo de desarrollar melanoma, un tipo de cáncer poco frecuente pero muy dañino.
Las quemaduras del sol
Al exponer la piel al sol ésta se pigmenta como medida de protección frente a los rayos UVA. Durante el invierno perdemos esta protección y, en consecuencia, el bronceado de la piel.
No proteger adecuadamente la piel durante la exposición al sol provoca quemaduras, es decir, un enrojecimiento e inflamación de la piel. Los dermatólogos insisten en que la piel tiene memoria, las quemaduras solares que tengamos hoy podrán causar daños para toda la vida.
Una vez se ha quemado la piel se recomienda refrescar la zona con agua tibia durante 30-60 minutos y aplicar geles refrescantes aftersun.
Si la piel está muy roja, tiene ampollas, hay fiebre, náuseas, vómitos o calambres musculares se debe acudir al médico para que, en caso necesario, se aplique el tratamiento oportuno.
Exposición solar en niños y adolescentes
Aunque las pieles jóvenes se regeneran con mayor rapidez son más sensibles a los rayos del sol, por lo que se debe tener especial cuidado en niños y adolescentes.
Los especialistas advierten que los bebés menores de 6 meses no deben exponerse al sol nunca. Los mayores de esta edad deben estar protegidos y usar gafas de sol con protección solar.
Las quemaduras en niños menores de 1 año son consideradas una emergencia y, por tanto, se debe acudir urgentemente al médico.
Sorprende la falta de cuidados solares adecuados en los adolescentes al conocer que el 75% de los adolescentes canarios han presentado quemaduras en la piel en el último verano.
Qué debes saber de los rayos solares
- Los filtros solares solo protegen la piel de las quemaduras del sol y no evitan que los rayos puedan causar cáncer de piel.
- Su efecto se reduce de forma importante tras 1-2 horas en el sol.
- La forma más eficaz de proteger la piel es cubrirla con ropa o aplicar crema de pantalla solar por alto grado de protección.
- Aún cuando el día está nublado hay riesgo de quemarse, el 70% de los rayos atraviesan las nubes.
- Cuando sopla el viento no siente con tanta intensidad los rayos pero tiene el mismo efecto.
- La natación hace que la piel sea más sensible al sol. Se recomienda usar lociones resistentes al agua.
- El sudor puede disolver la crema solar
- Los rayos son más fuertes entre las 11 y las 15 horas cualquier día del año.
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